Piel sensible.
Estómago sensible.
Intestino sensible.
Pelo sensible.
Corazón sensible.
Forma de ser sensible.
Uñas sensibles.
La sensibilidad está en todas partes: está en mi personalidad, en mi interior, en mi exterior, está en mis genes. Me pregunto si mi forma de ser (mi interior, mi mente, mi yo) sensible ha sido el desencadenante del resto de sensibilidades, como si fuera un fábrica que contaminase todo lo que encuentra a su alrededor; un río que regase y fertilizase todo lo que quedase a sus márgenes. He añadido el segundo ejemplo porque el primero resultaba demasiado agresivo, muy feo, pero quizá es el más acertado, el que mejor ilustra la situación. No hay tanto de positivo en ser un ser un poco frágil, un poco aprensivo, un poco asustadizo, bastante fácil de quebrar.