Mi yo grande

Cuando era pequeña, me gustaba despertarme pronto, ver empezar el día y luego volverme a dormir. Sentir el frío de la mañana y volver al calor de la cama. Era un infinito placer dejarse invadir por la pereza y la somnolencia aquellos días en que me había despertado temprano, había disfrutado un rato de la mañana y aún era pronto cuando decidía volver a la cama.

Sigo siendo la misma niña que entonces, la niña que veo en mis recuerdos. No es que no haya crecido, no es que no haya madurado ni que me sigan gustando las mismas cosas que durante mi niñez, aunque aún conservo muchas costumbres, gustos, ideas, percepciones. He cambiado. Sin embargo, mi yo, mi persona sigue siendo la misma, tenga 5 o 20 años, 10 o 70 (si alguna vez llego a tener esa edad); sigue siendo mía aquella alegría infantil, aquella felicidad de los días de verano sin colegio, aquellos sueños tranquilos, aquellos juegos, siguen siendo míos los días creados en el pasado y los días que crearé en el futuro… Sigue siendo mía mi persona, mi barro, cada uno de mis recuerdos, todos mis pensamientos.

Algo dentro de mí siempre ha permanecido: sentado en un banco, tranquilo, impasible a la huída y al reemplazo de todo lo demás. Algo dentro de mis hombros, mi nuca, mis mejillas, mi lenguaje, mi paladar, mis párpados.

Mis párpados grandes como mis ojos. Como mi yo niña, mi yo adulta. Grandes como mi yo grande.

2 comentarios sobre “Mi yo grande

  1. Bonita manera de describir como nuestra infancia queda impregnada no solo en el recuerdo,
    sino en cada parte de nuestros sentidos. Tienes razón nunca nos deja, permanece en cada
    parte de nuestro cuerpo porque lo fue acompañando durante su desarrollo y cualquier
    sensación o repetir costumbres de ese tiempo la trae de vuelta, volvemos a la niñez.
    Un cordial saludol-

    1. Muchas gracias por tu aportación! : )
      La niñez, la niñez siempre está ahí. Por los recuerdos que vienen de vez en cuando y porque, en mi opinión, nunca dejamos de ser aquello que fuimos.
      Saludos!!

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