He estado fuera: perdida, abandonada, vacía. He estado fuera: dentro de mis abismos, de mis precipicios, de todas mis carreteras sinuosas que conducen a la caída final.
¿Caída? No, en realidad nunca hay caídas. Ni abismos, ni precipicios; ni siquiera hay carreteras sinuosas que conducen a alguna parte. Solo la parálisis más completa, el miedo más agarrotante, las miradas más vacías. Se ha paralizado la vida, el movimiento, el sentido; se han paralizado las ganas y las fuerzas.
El tiempo, mientras tanto, continúa su ritmo. La sombra de la luna moja sus pies imparables.
De vez en cuando hay que caerse, es cómo conocemos cuando estamos arriba, y/ o parar el mundo, para poder subirte luego con más ganas a la ruleta rusa. ¡Ánimo!
Gracias, Mara!!
Un besazo gordo!