No pedimos nacer ni tampoco morir; la mayoría nunca lo hace. Y sin embargo, todos formamos parte de la rueda. Nos movemos con ella, acabamos mareados y vomitamos en mitad de uno de sus giros.
Salir de ella no es una alternativa preferible. No existe vida exterior.
…Y cuando se terminan los tres minutos de la vuelta, ¿qué nos traerá la suerte?… Un abrazo!
Tres minutos que son todo y un después inmenso y desconocido… ¿Quién sabe?
Muchísimas gracias y abrazo gordo!